La primera vez que oí hablar de la Moringa oleífera, fue hace unos 15 años. A un miembro de mi familia en Galicia, le habían recomendado tomar unas pocas cápsulas de Moringa Oleifera cada mañana para reducir la retención de líquidos, que constantemente le causaba serias molestias en ambas piernas. Tras años de tomar la medicación prescrita, que en el mejor de los casos ofrecía resultados mediocres, había encontrado su "Santo Grial". En unos pocos días, la hinchazón disminuyó y después de tan sólo unas semanas, sus piernas volvieron prácticamente a la normalidad. Podía calzarse de nuevo cómodamente el calzado que antes le estaba restringido, debido a la retención de líquidos en sus tobillos. Y así es como fui testigo por primera vez (la primera de muchas demostraciones a lo largo de los años) de cómo esta increíble planta, la Moringa Oleifera, podía mejorar la calidad de vida de las personas.
Avanzando rápidamente hacia el 2020, estamos soportando la segunda ola de una pandemia viral. A medida que pasan los meses, entre la amarga politización, las teorías de conspiración, las consecuencias económicas, las noticias falsas y el miedo, algunos hechos científicos válidos y útiles están saliendo a la superficie. Parece que la gravedad de la infección por COVID-19 es relativa a la carga viral. Una exposición corta y aguda a una carga viral alta, puede asaltar a nuestro sistema inmunológico por sorpresa, conduciendo a síntomas más severos en comparación con la exposición a una carga viral menos intensa. Además, hay indicios tempranos de que una exposición ligera y repetida al virus a lo largo del tiempo, podría (sin desencadenar realmente una infección) condicionar previamente nuestro sistema inmunológico hasta el punto de que estemos más preparados para resistir la infección, al exponernos a una carga viral más alta. Es lo que se conoce como inmunidad adaptativa.
Pero uno de los estudios científicos más razonables y sensatos que se han publicado, es el del Journal of Infection and Public Health, de Julio de este año. https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1876034120305670
El estudio, Immune Response in COVID-19; A Review, afirma; "Debido a que no hay ninguna medicina o vacuna registrada contra el COVID-19, el sistema inmunológico es la mejor defensa, porque apoya la capacidad natural del cuerpo para defenderse contra los patógenos (virus, bacterias, hongos, protozoos y gusanos) y resiste las infecciones. Mientras el sistema inmunológico funciona normalmente, las infecciones como la COVID-19 pasan desapercibidas. Sin embargo, cuando el cuerpo se encuentra con gérmenes o virus por primera vez, el sistema inmunológico no puede funcionar correctamente y se pueden producir enfermedades. Este es el escenario de lo que ha ocurrido, en el caso del COVID-19". El organismo humano es capaz de luchar contra el COVID-19, al igual que lo ha hecho con la mayoría de las enfermedades comunes. Sin embargo, desafortunadamente, parece evidente que parte de la población aún no está preparada.
Entonces, ¿qué pasaría si colectivamente tratásemos de optimizar, o incluso potenciar la capacidad de nuestro sistema inmunológico? ¿Podría ser esta una parte del rompecabezas? ¿Podría un sistema inmunológico turbo-alimentado ayudarnos a resistir una carga viral más alta? ¿Podríamos hacer que nuestro propio sistema inmunológico fuera la punta de lanza contra la circulación masiva del COVID-19? Mientras que los gigantes farmacéuticos se felicitan, y sus valores bursátiles se disparan cada vez que anuncian un avance en la carrera por desarrollar y probar su vacuna, tal vez no se ha centrado suficientemente la atención del gobierno, o de los medios de comunicación, o de nosotros mismos, en las personas, y en nuestra capacidad para controlar la pandemia. Tal vez preferimos soportar el distanciamiento social, el uso de máscaras o las restricciones de movimiento, en lugar de dejar de fumar, beber menos o renunciar a las barras de caramelo y las delicias listas para el horno, aderezadas con hormonas y aditivos químicos. ¿Preferiríamos ver nuestra economía caer en el abismo, en lugar de gastar mensualmente un poco más en comida sana, orgánica, o en alimentos que nos ayuden a reforzar nuestro sistema inmunológico de forma natural?
La industria farmacéutica no tiene la culpa. Sólo está haciendo lo que hace, aprovechándose de nuestra apatía. Es NUESTRA responsabilidad cuidar de NUESTROS propios cuerpos tanto como podamos. Esto no es 1960. La información está ahí fuera, disponible gratuitamente, para cualquiera que esté dispuesto a emplear un poco de tiempo en filtrar la desinformación, encontrando lo que realmente se necesita hacer para liberarse de las cadenas de una dieta destructiva.
Entonces, ¿qué relación guarda todo esto con la Moringa? Bueno, casi todos los estudios clínicos sobre la Moringa Oleifera en humanos han indicado que, una de sus principales propiedades, es su poderosa capacidad para optimizar el sistema inmunológico. No olvidemos que la pobreza y una dieta inadecuada, producto de una situación socioeconómica desfavorable, fueron los catalizadores de la pandemia de 1918. Si la mayor parte de la población mundial tuviera acceso a una dieta más saludable y adecuada, tal vez el virus no hubiera sido capaz de ejercer un control tan letal sobre nosotros. Esta vez, quizás sean la obesidad, el colesterol, el exceso de azúcar y los números "E" que acechan detrás de los alimentos procesados, los que mantienen las puertas abiertas a la pandemia.
¿Estoy afirmando que la Moringa Oleifera es una cura milagrosa para COVID-19? Por supuesto que no, eso sería absurdo e irresponsable. La Moringa no es el "Santo Grial" para acabar con la pandemia. Pero la conclusión, es que el uso de Moringa a corto y medio plazo podría ayudarnos a reducir el riesgo de infección en algunas circunstancias, o en el peor de los casos, podría preparar nuestro organismo para luchar contra la infección de forma más eficiente. Como no hay ningún inconveniente real en tomar Moringa, no hay nada que perder, pero sí, potencialmente, mucho que ganar.
Como un miembro de mi familia en Galicia descubrió hace ya tiempo, la Madre Naturaleza a menudo tiene la llave. A veces, sólo nos hace falta motivación para tomar esa llave, y abrir la puerta por nosotros mismos.
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